Título: El
fantasma y la señora Muir
Autor: R.
A. Dick
Título
original: The Ghost and Mrs. Muir
Editorial:
Impedimenta, 2020
Encuadernación:
Tapa blanda
ISBN:
9788417553753
Páginas: 224
Este llegó
a mí de casualidad, si bien no lo conocía, todo lo que publica Impedimenta es
una maravilla, así que el acierto era fácil.
Fue la elección de #señorasycaponatas , un grupo de Instagram con dos amigas, donde leemos en base a que parte del título sea “señora” o “dama”.
En esta
ocasión, nos vamos a conocer a Lucy Muir, recientemente viuda y con dos niños
pequeños, a la que todo el mundo infravalora y le dice qué tiene que hacer,
cómo, cuándo, por qué, por qué no, así, asá. Total, que agarra la tetera por el
mango y decide irse a un pueblecito costero con sus críos y los ahorros que
tiene, perdiendo de vista a la familia y a quienes quieren dirigir su vida.
El caso es que cae en una casa encantadora, a todos los niveles, pues viene con fantasma y todo.
Conocemos así al capitán Gregg, a su espectro, más bien, que solo se “aparece” de manera audible, con su voz de ultratumba y su carácter rancio y arisco, gracias a lo cual, consigue que nadie habite su casa. Hasta que llega Lucy, que necesita esa independencia más que el comer.
Tenemos
una historia muy muy divertida, con un tono (salvando las distancias) que me
recordó en un inicio al Fantasma de Canterville, por ese humor inglés tan
elegante. Pero ahí se queda, hacia mitad de la novela, cambian las tornas y el
tema inicial no tiene nada que ver con el del desenlace.
Si bien no me desagrada, no me esperaba ese tipo de cierre de la historia y me desinfló un poco, pero sí es cierto que tampoco le va mal por cómo estaba planteada.
Es una lectura súper entretenida y perfecta para entrar a leer clásicos, sobre todo a quienes no estén acostumbrados a libros de esta época o a este tipo de historias. Es cortita, entrañable, tiene personajes muy estereotipados que encajan en la ambientación, bastante diálogo y descripciones precisas.
Aunque no sea una lectura de volverme loca, la editorial siempre es un acierto.
Escrito
por la irlandesa Josephine Leslie, bajo seudónimo.