Título: Martino
y Martina
Autor: José
Carlos Carmona
Editorial:
Planeta, 2012
Encuadernación:
Tapa dura
ISBN:
9788408108979
Páginas:
360
Cogí este libro porque había leído otro del autor (Sabor a chocolate) que me había gustado bastante, no llegó a volverme loca, pero lo disfruté.
Nos vamos
a Italia, donde tenemos a nuestro protagonista, Martino, al que le encanta la
música pero que está obsesionado con ser universitario porque si no tienes una
carrera, no eres nadie. Sin comentarios.
Mientras
se apunta a la universidad, también va al conservatorio y da clases
particulares de piano, aún sin ser especialmente bueno. También se pone a
trabajar en otra cosa… y también se acaba matriculando en una segunda carrera.
Ah, y es monitor en la iglesia.
¿Sabéis lo de “quien mucho abarca, poco aprieta”? Pues eso.
Si bien empieza interesante, pese al protagonista, que por mucho que se las dé de culto al final es un ignorante, según vamos avanzando se acaba haciendo bastante tedioso; Martina aparece nada y menos hasta bien avanzado el libro, donde se nos presenta como la alumna de catorce años de este chico de veinticinco. Y acaba surgiendo el amor. Buf.
Entre tanto, seguimos las estupideces de Martino, que siendo súper religioso también es un intento de picaflor tremendamente inmaduro y reprimido, con pensamientos y comportamientos que son para darle de comer aparte.
La novela
acaba siendo una sucesión de antojos de este imbécil, donde lo de menos es que
se líe con una niña; una persona que está casi en la treintena, que no trabaja,
no estudia, se “enamora” con diez de pipas, tenga pareja o no, clasista,
egocéntrico, sin metas en la vida… bueno, quiere ser director de orquesta, pero
como no es algo con suficiente categoría, se mete a estudiar Derecho y
Filosofía, que le dan más status. Desesperante.
Hacía
mucho que no me caía tan sumamente mal un personaje.
No vemos evolución, sólo a una persona con trece años mentales que no hace más que dar palos de ciego mientras sus padres le consienten todo en vez de darle dos sopapos, cortarle el grifo y hacer que se centre.
Me hubiera gustado que ahondara más en el personaje de Martina, que al final es una niña y se comporta como tal, con sus tonterías, su cabezonería. Es la historia de él, contada por él, pero qué peñazo; sí es cierto que la cuenta ya de “adulto” (curioso, teniendo en cuenta que ya en el inicio tiene veinticinco y en la novela avanza varios años) y él mismo se consideraba un gilipollas. Pero no la compro.
Tenemos
capítulos súper cortitos, de una o dos páginas, como ya viésemos en otros
libros del autor, lo que hace que sea una lectura rápida y fluida, además de
resultar fácil meterte en la historia. Sin embargo, ves que llegas a la mitad y
sigue sin pasar nada relevante, más allá del despertar hormonal de este señor.
Que sí,
que incluso resulta realista, pero no la recomiendo ni loca.