Título: La
chica del lago
Autor: Steph
Bowe
Título
original: The girl of the lake
Editorial:
Montena, 2010
Encuadernación:
Rústica
ISBN:
9788484417217
Páginas: 256
Hoy toca uno que tenía en la estantería desde que salió. O sea, que ha llovido un poco.
Nos vamos
a Australia y empezamos con nuestros protagonistas adolescentes conociéndose de
una manera peculiar: él ahogándose en un lago y ella salvándole.
Cada
capítulo está contando por boca de uno y otro, alternándose durante toda la
narración; Jewel vivía con sus abuelos y tras la muerte de estos, vuelve a casa
de su madre a la que no ve desde hace años, cuando la misma la envió con sus
padres porque siendo drogadicta no estaba capacitada para cuidarla. Además, su
padre las abandonó después de que su hermano de ocho años se ahogara en el
mismo lago que nuestro otro protagonista…
… Sacha, con su madre fallecida hace nada y su padre oficialmente homosexual emparejado con su profesor de Arte del instituto. También tiene leucemia.
Sí, el
panorama del libro es el que es, PERO no tenemos un dramón en el que la autora
se regodea ni se va a sacarnos la lágrima fácil. Y esto es lo que me ha gustado
precisamente.
Tenemos un
montón de pensamientos de ambos, sensaciones nuevas y potentes, ese venírsete
el mundo encima cuando eres chaval y te encierras en ti mismo, esas cosas
estúpidas que no sabes por qué haces pero puedes permitírtelas porque estás en
pleno pavo.
No es una historia juvenil al uso, sino que te metes de lleno en la mente de los dos protagonistas, conviviendo con ellos, con su familia y sus amigos, entre los que se encuentran personajes a los que quizá me hubiera gustado sentir más en la obra, pero también entiendo que estén más de paso.
Está
narrado todo de manera calmada, pero a su vez resulta una lectura ligera que te
llama a seguir, ya que los capítulos no son muy largos y hay bastante diálogo.
Bien, tenemos un drama tremendo, pero lo mejor es que no está contado como tal, no se recrea en momentos lacrimógenos y es un detalle que me ha gustado mucho, porque al final es lo fácil en este tipo de historias. De hecho he visto muchas opiniones que se quejan del final por esa falta de chicha morbosa… y creo que precisamente esto es un acierto, por lo que acabo de decir: es lo fácil, y aquí la autora se lo fuma tranquilamente.
Sí diría
que en comparación al ritmo pausado del resto de la novela, se siente un poco
abrupto, pero particularmente tampoco me molesta.
Me ha gustado mucho descubrir a Sacha y Jewel.
Decir que
me parece admirable que la autora tuviera diecisiete años cuando lo publicó, no
lo habría dicho ni de lejos.