Título:
Flores en el ático
Título
original: Flowers in the attic
Editorial:
Plaza & Janés, 1991
Encuadernación:
Tapa blanda
ISBN: 9788401490422
Páginas:
413
Saga
Dollanganger 1.
Hoy,
un libro que siempre he tenido muchas ganas de leer y sin embargo unca veía el
momento. Hasta hoy.
Decir
que es el primero de una saga que iré leyendo poco a poco… mucha tralla (para
mi gusto) para irlos catando de seguidos.
Empezamos
con una idílica familia compuesta de unos padres sus cuatro hijos, los
Dollanganger, todos rubios, perfectos, guapísimos de la muerte y asquerosamente
ricos. Un día, el padre muere en un accidente de tráfico y las vidas de todos
ellos pegan un giro de 360º.
Es
Cathy, la hija mayor, quien nos cuenta toda la historia; nos hace partícipes de
sus penurias y demás variedades… que no son pocas. Como su madre es incapaz de
hacer la O con un canuto y gracias a sus caprichos y a que su marido la tenía
más que consentida (idem para los críos), tienen muchas, muchísimas deudas que
ella es incapaz de atender, así que le pide ayuda a sus padres, que la tienen
repudiada desde antes de nacer los niños… y el por qué es un misterio.
La
abuela accede con una condición: que los niños permanezcan escondidos en el
ático, ya que el abuelo –moribundo y mala persona- no debe saber de su
existencia, pues no quiere que su hija herede un duro, ya que hizo algo
horrible en el pasado, así que mucho menos debe saber que tiene descendencia.
El
caso es que los nilos se enteran de esto el mismo día que llegan a la casa, a
las tantas de la madrugada y a escondidas de todo el mundo. Y sólo queda
esperar a que el hombre palme para heredar. O eso es lo que su madre les
cuenta.
Hacía
muchísimo que no leía una historia tan angustiosa y que me produjese tantísima
impotencia o me pusiese de tan mal humor. El caso es que la he disfrutado
muchísimo y me ha enganchado prácticamente desde el principio (o desde el
principio del comienzo del drama, mejor dicho).
Tenemos
a Cathy, de doce años, Christopher, de catorce y los gemelos de cinco: Carrie y
Cory; todos ellos deben vivir aislados del mundo, sin abrir ventanas siquiera y
siguiendo unas normas establecidas por su abuela –que es una mezcla entre la
mare de Carrie y la señora Carmody, de La Niebla-, todas ellas tienen que ver
con saberse la Biblia de pe a pa y con no hacer nada pecaminoso, véase ducharse
juntos, dormir juntos o mirarse los cuerpos unos a otros e incluso a uno mismo.
Comen
frío todos los días y su madre les visita a escondidas, aunque les promete que
solo estarán ahí un par de noches… por supuesto la cosa se alarga.
Vamos
viendo el día a día de los críos por voz de Cathy, la corrupcion de su
inocencia, cómo sin querer se van haciendo a la situación e incluso la
normalizan, cómo matan el tiempo, cómo su madre les viene con más y más
promesas… El caso es que es el dramón por excelencia, una historia llena de
injusticias, de temores, de angustia, pero también de esperanza e ilusión, de
añoranza por la libertad.
Me
ha gustado mucho cómo estaba escrito, nada enrevesado ni plagado de
descripciones pesadas, que las hay, pero de forma tan gráfica y cercana que te
ves al lado de los niños sin darte cuenta. Sí es cierto que es un dramón con
mayúsculas, pero casi lo englobaría en terror, podría entrar en este género
perfectamente.
Los
personajes están realmente bien perfilados, si bien no me he sentido
identificada con ninguno de ellos (y menos mal), están muy bien tratados y
resultan bastante realistas.
La
novela me ha sorprendido para bien, tenía constancia de que era un poco
telenovela y un drama, pero no me la esperaba así para nada, me ha encantado y
no he parado de recomendarla desde antes de terminarla.
Tenemos
adaptaciones:
1987,
peli homónima.
2014,
también homónima.