Título: El
monstruo que amaba a las gasolineras
Autor: Christopher
Moore
Título
original: The lust lizard of Melancholy Cove
Editorial:
Minotauro, 2014
Encuadernación:
Rústica
ISBN:
9788445001936
Páginas: 332
Hacía un montón que no leía a Moore, con lo que me gusta este tío… y como siempre, ha sido un gustazo sumergirme en su historia.
Bien, los
que hayan leído al autor, o los que hayan leído alguna de las reseñas de obras
suyas que tengo en el blog, sabrán que si algo le caracteriza es las
situaciones hilarantes y los personajes rocambolescos. Y los diálogos súper
geniales.
Y eso es
exactamente lo que nos encontramos aquí.
Cuál fue
mi sorpresa cuando según empieza la historia, veo que aterrizamos de nuevo en
Pine Cove (que ya visitamos en El ángel más tonto del mundo).
Por un
lado, tenemos a la psiquiatra del pueblo, que en un arrebato de buenpersonismo
decide dejar de mal-medicar al tuntún y cambiar a todos sus pacientes sus
antidepresivos habituales por placebo.
Por otro
lado, el bar del pueblo, como consecuencia, se peta y la camarera (que es un
personaje que me encanta) decide contratar un cantante de blues de lo más
peculiar… que con su música despierta a una bestia marina llamada Steve que
siente una predilección de lo más lujuriosa por los camiones cisterna. Así, tal
cual.
Esto mismo
desencadena una ola, literalmente, de libido de lo más loca. Por todo el
pueblo.
En medio
de todo este berenjenal, Theo Crowe, el alguacil fumeta, y Molly, la
ex-actriz de serie B cuya voz en la
cabeza nos acompaña de nuevo.
Bueno,
creo que no está nada mal.
Como es habitual en las novelas de Moore, vamos saltando poco a poco de personaje en personaje, yendo a veces a historias que transcurren al mismo tiempo, aderezando todo con esos diálogos que comentaba al principio y que siempre son un acierto.
De nuevo, el autor nos deja muestra de ese humor absolutamente chorra que caracteriza sus novelas… y que, si es un tipo de humor que no os mola, obviamente no os va a cuajar esta historia, por mucha maravilla que os quiera vender.
Sí es
cierto que con el humor soy bastante peculiar, no suelen gustarme los libros
que siempre recomiendan con los que todo el mundo se parte de risa… yo me suelo
quedar con cara de seta. Sin embargo hay autores con los que siempre sé que me
lo voy a pasar como una enana. Y Moore es uno de ellos.