sábado, 31 de marzo de 2012

IMM (10)

In My Mailbox (IMM) fue creado por Alea en su blog Pop Culture Junkie... después lo extendió The Story Siren.
El IMM consiste en poner todos y cada uno de los libros que han llegado a tus manitas en la pasada semana/mes, ya sean comprados, regalados, prestados, etc.
Por mi parte, haré la entrada el último día de cada mes.

Foto de todos!


-La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza
-La voz dormida, de Dulce Chacón
-¿Cómo puedo matarte?, de Edwina Noone
-La cena, de Herman Koch
-Caballo de batalla, de Michael Morpurgo
-Los funerales de la Mamá Grande, de Gabriel García Márquez
-Historia de dos ciudades, de Charles Dickens
-La vieja guardia, de John Scalzi
-Nacida inocente, de Gerald Di Pego
-El doctor Zhivago, de Boris Pasternak
-El experimento, de Sebastian Fitzek
-Noches blancas, de Fiodor M. Dostoievski
-Jojo, de Michael Ende
-Dentro de un mes, dentro de un año, de Françoise Sagan
-La dama de las camelias, de Alejandro Dumas
-El puente, de Iain Banks
-Alta fidelidad, de Nick Hornby


Y hasta aquí el IMM de este mes  =)

(Estoy la mar de contenta, que he descubierto una librería de segunda mano que no conocía, donde todos los libros valen 2,90€!! Así que sí, será mi nueva perdición, hay ediciones chulísimas de hace un montón de tiempo)

Bueno, decir que estaré unos días desconectada, que me voy de mini-vacaciones a Tenerife!!! Jojojojo qué ganas ^.^
Así que en cuanto vuelva me pongo al día con vuestros blogs y demás   =)
Pasad buena Semana Santa y descansad!

viernes, 30 de marzo de 2012

Perlas de... Horacio Quiroga

Pues hoy vengo con un relato.
Uno de mis relatos favoritos, junto con "Berenice", de Poe.



Quiroga es un escritor Uruguayo, cuyos cuentos son de lo mejorcito del género.
Dejo por aquí el siguiente:

El almohadón de plumas

Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Ella lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer.
Durante tres meses -se habían casado en abril- vivieron una dicha especial.

Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.

La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso -frisos, columnas y estatuas de mármol- producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.

En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había concluido por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer pensar en nada hasta que llegaba su marido.

No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín apoyada en el brazo de él. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni decir una palabra.

Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció desvanecida. El médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole calma y descanso absolutos.

-No sé -le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía baja-. Tiene una gran debilidad que no me explico, y sin vómitos, nada... Si mañana se despierta como hoy, llámeme enseguida.

Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha agudísima, completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas sin oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la luz encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra ahogaba sus pasos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, mirando a su mujer cada vez que caminaba en su dirección.

Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche se quedó de repente mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de sudor.

-¡Jordán! ¡Jordán! -clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra.

Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia dio un alarido de horror.

-¡Soy yo, Alicia, soy yo!

Alicia lo miró con extravió, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de estupefacta confrontación, se serenó. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido, acariciándola temblando.

Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos.

Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa, desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la última consulta Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban, pasándose de uno a otro la muñeca inerte. La observaron largo rato en silencio y siguieron al comedor.

-Pst... -se encogió de hombros desalentado su médico-. Es un caso serio... poco hay que hacer...

-¡Sólo eso me faltaba! -resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente sobre la mesa.

Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía siempre en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas alas de sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó más. Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaron en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama y trepaban dificultosamente por la colcha.

Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz. Las luces continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencio agónico de la casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama, y el rumor ahogado de los eternos pasos de Jordán.

Alicia murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un rato extrañada el almohadón.

-¡Señor! -llamó a Jordán en voz baja-. En el almohadón hay manchas que parecen de sangre.

Jordán se acercó rápidamente Y se dobló a su vez. Efectivamente, sobre la funda, a ambos lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras.

-Parecen picaduras -murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.

-Levántelo a la luz -le dijo Jordán.

La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.

-¿Qué hay? -murmuró con la voz ronca.

-Pesa mucho -articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.

Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a los bandós. Sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.

Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca -su trompa, mejor dicho- a las sienes de aquélla, chupándole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón había impedido sin duda su desarrollo, pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había vaciado a Alicia.

Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma. 



*Imagen sacada de Google

lunes, 26 de marzo de 2012

Nueve semanas y media

Título: Nueve semanas y media
Autor: Elizabeth Mc Neill
Título original: Nine weeks and a half
Editorial: Ediciones Orbis, 1987
Encuadernación: Tapa dura
ISBN: 8440200129
Páginas: 162


¿Cómo perder el control de tu vida en tan sólo nueve semanas y media?
Pues de mano de un tío como John (no puedo evitar acordarme de Mickey Rourke, que estaba en su muy buena época… ais…).

Algunos lo ven como una historia de amor, otros como una historia simplemente sexual; yo creo que tiene un poco de ambos.
Lo que sí está claro es que es una historia poco frecuente, pero apasionada a más no poder.


“A distancia, me parece increíble haber sido yo quien pasó por aquel período. Sólo me atrevo a mirar atrás, hacia aquellas semanas, como quien observa un fenómeno aislado, ya sumido en el pasado: un fragmento de mi vida, irreal como un sueño, carente de todo significado.”


Estamos en Nueva York, en la década de los 70. Elizabeth es una chica joven y atractiva, una ejecutiva que cree tener el control de su vida hasta que conoce a John, un hombre enigmático con quien establece una intensa relación que dura exactamente lo que dicta el título: nueve semanas y media.
Será una relación extrema, puramente sexual desde un inicio, donde ambos experimentan fantasías de todo tipo… eso sí, y menos mal, sin pinceladas pastelosas por ninguna parte (cosa que, personalmente, agradezco).
John empieza su periplo sexual con un sencillo foulard para vendarle los ojos a Elisabeth, hasta ahí todo bien. A ella le gusta, está fascinada con él, pues además es un tío atractivo e ingenioso, de conversación culta y agradable (Don Perfecto, vaya); sin embargo la relación va desembocando en otras prácticas, hasta llegar a la dominación y humillación libremente aceptada… en principio. Lo que comienza siendo puro gozo y disfrute, acaba por hacer perder a Elizabeth el control de su cuerpo y mente, haciéndola elegir entre sus deseos y su bienestar.

Mc Neill tiene la habilidad de ponernos en su pellejo y hacer que bailemos en camisón con esa sensualidad y ese pedazo de hombre mirándonos embobado (sí, me encanta Rourke en esta peli). Nos brinda un testimonio magistral en presente, autobiográfico (el nombre de la autora es un pseudónimo) y por completo estremecedor. Decir que aunque se centre más que nada en las citas de la pareja o se narren los encuentros casi con pelos y señales, no es una novela pornográfica ni vulgar, al contrario, la historia se cuenta con tal naturalidad que pone los pelillos de punta.
Me sorprendió mucho su lectura, pues había visto la película, sabía de qué iba y cómo terminaba… pero el libro narra episodios bastante más duros de lo que nos muestran en la gran pantalla, me gustó esa pequeña diferencia.

Y una vez más, no dudo en recomendar esta mítica película de 1986 –dirigida por Adrian Lyne- y su banda sonora.

Frase: ¿Me dejas que te vende los ojos?

miércoles, 21 de marzo de 2012

Clase nocturna

Título: Clase nocturna
Autor: Tom Piccirilli
Título original: The Night Class
Editorial: La Factoría de Ideas, 2004
Encuadernación: Rústica
ISBN: 848896689X
Páginas: 234


Esta es la primera novela de Piccirilli que nos llega por aquí, que en su día fue ganadora del Stoker 2003.

En ella, Caleb regresa de sus fallidas vacaciones y descubre un brutal asesinato en la universidad… en su cuarto.
Nadie conoce a la víctima, nadie ha oído hablar de ella y sin embargo la cama y el cuarto de nuestro protagonista están salpicados de la sangre de esta chica. Esto hace despertar algo dentro del chaval, una obsesión enfermiza por resolver todo este embrollo, del que todo el mundo parece desentenderse y que a su vez será el único aliciente para salir de la monotonía de su día a día.
Día a día que viene de la mano con un profesor cabrón y excéntrico y un alumnado que pasa de todo, centrándose en cualquier cosa que no sea estudiar.
Sangre con algún punto gore, adolescentes hormonados, asesinatos, tetas… Como cualquier argumento de película ochentera que nade en este género… con la peculiaridad de que aquí los monstruos son los propios seres humanos.
El autor nos deja conocer a Caleb, detalles de un pasado oscuro con fantasmas propios de por medio, esa obsesión angustiosa que siempre lo acompaña y que acaba desembocando en la sectaria corrupción que envuelve a la universidad.

Buenísimo comienzo para esta historia que se lee del tirón (sobretodo gracias a esas pedazo de letras que se ven de lejos), un interesante thriller narrado con el peculiar estilo poético de Piccirilli, el cual a muchos nos encanta y a otros les gusta más bien poco, que transcurre en una atmósfera completamente lóbrega y malsana.

El autor nos trae una turbia novela de terror, pero completamente real, una historia que puede pasarnos a cualquiera –salvando algún que otro punto más fantástico y surrealista-, la cual queda exenta de cualquier cliché que tenga que ver con el género. Cosa que se agradece.
Hasta que llegas al final y ves que no, que te han desmoronado todo el contenido del libro en los dos últimos capítulos (y entonces te mosqueas, al menos en mi caso).
Empieza realmente bien, creando tensión y ganas de seguir leyendo; de hecho los capítulos terminan casi siempre en el punto fuerte, con lo que es un no parar constante. Y sin embargo no es de lo mejor que ha escrito (por mucho que tenga un Stoker), ya que al final no quedan más que cabos sueltos. No resuelve nada, no se centra en lo que realmente el lector quiere saber ni contesta a ninguna de las inevitables preguntas que a éste le surgen.

Como decía, como cualquier película de terror de entonces, pero de las que te dejan con cara de imbécil al acabar.
Lo salvo por el resto del contenido, que es bastante decente.

sábado, 17 de marzo de 2012

Sin noticias de Gurb

Título: Sin noticias de Gurb
Autor: Eduardo Mendoza
Editorial: Seix Barral, 1991
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788432296994
Páginas: 159


Tropecientas veces me habían recomendado este libro y entre unas cosas y otras nada, que no me animaba.
Al final lo ví en una librería de segunda mano y no me pude resistir… facilonga que es una.

Los protagonistas de esta rocambolesca historia son dos extraterrestres que viajan a la Tierra con el cometido de estudiar a los seres que en ella habitan.
Aterrizan pues en Cataluña, en una Barcelona que se prepara para los Juegos Olímpicos de 1992, reconocidos por todo el mundo.
Está narrada en forma de diario por uno de los alienígenas, el jefe, del que desconocemos su nombre. Gurb –el otro- sale a explorar adoptando una apariencia humana que no llame demasiado la atención, como es la de Marta Sánchez. Pronto toma contacto con el primer terrícola, del que informa a su superior describiéndole de manera escrupulosa, pasando a indicar tras haber pedido permiso previamente, que acompaña al individuo al interior de su transporte: un Ford Fiesta.
Y es aquí donde queda inscrita la primera anotación, “sin noticias de Gurb”, que se repetirá reiteradamente a lo largo del libro.

Tras unos días sin novedad, decide salir en su busca bajo la apariencia del Conde-Duque de Olivares. Porque no había novedades y también porque se ve incapaz de hacer absolutamente nada en la nave, pues era Gurb el que realizaba todas las tareas.
A partir de este punto, es un no parar de situaciones de todo tipo, desde tapeos accidentales en bares, a caídas en zanjas o atropellos y decapitaciones inesperadas, todas ellas en la piel de diferentes personajes: Gary Cooper, Viriato, el Papa Pío XII, Gandhi…

Finalmente, decide hacer lo que los terrícolas denominan vida normal, con amigos con los que emborracharse, un piso y demás. Detalle que es muy bueno para él, ya que estaba plenamente convencido de su ciega dependencia de Gurb (ya que hasta es incapaz de arrancar la nave sin éste).

Se dan situaciones tan sumamente absurdas que no podía parar de reír, hasta el punto de tener que bajar el libro para soltar la carcajada… mientras los viajeros del Metro-de-Madrid-vuela me miraban como si estuviese majara, e incluso en una ocasión me preguntaban qué libro era.

Un libro divertido que merece la pena leer, aunque no dura más de tres días, pues la forma en que está escrito hace la lectura realmente rápida.

Frase: 08.00 Todavía sin noticias de Gurb. Llueve a cántaros. En Barcelona llueve como su Ayuntamiento actúa: pocas veces, pero a lo bestia.



miércoles, 14 de marzo de 2012

Alicia en el País de las Maravillas

Título: Alicia en el País de las Maravillas
Autor: Lewis Carroll
Título original: Alice in Wonderland
Editorial: Edaf, 2002
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 8441411395
Páginas: 192


¿Quién no ha visto alguna película basada en este pedazo de clásico?
O al menos, ¿quién no ha oído hablar de ese extraño lugar sin normas coherentes?
Pues no hay más que buscarnos un Conejo Blanco que nos haga de guía… y darle la mano al señor Carroll para colarse por la madriguera que se encuentra al pie del árbol, la cual nos hace llegar al País de las Maravillas.

Es un lugar extraño y sorprendente, donde es igual de fácil encoger como aumentar de tamaño –literalmente-, lleno de criaturas extravagantes. Además del propio Conejo, que viste con chaleco y siempre llega tarde, conoceremos al Gato Cheshire de peculiar sonrisa, intercambiaremos dedales con un Dodo e incluso veremos orugas fumando.
Además tenemos una cita a la hora del té con el Sombrerero y la Liebre de Marzo (que están majaras), donde habrá que buscar entre tazas hasta dar con una limpia en la que servirnos nuestra bebida, ¡sin despertar al Lirón!
Pero deberemos tener cuidado, pues es muy fácil perder la cabeza en este lugar. Dicen que la Reina de Corazones es fan de las decapitaciones, vete tú a saber; por lo pronto, hemos quedado para jugar al croquet con ella.

Esta es una historia de difícil catalogación que el autor contaba a unas niñas, las Liddell, durante sus excursiones en barca, descubriendo así que la mente de los críos consigue romper la lógica de lo cotidiano al no estar sometida a ciertos prejuicios. La verdad es que, aunque inicialmente sea un libro para niños, creo que los adultos lo podemos apreciar mucho más, o al menos  de manera diferente, pues esas puyitas disfrazadas de humor te hacen incluso pensar, con algunos años más.
En la edición que yo tengo, además de unas ilustraciones deliciosas, vienen explicaciones a pie de página, para que podamos entender ese toque de sátira introducido entre líneas en diversos juegos de palabras. Así que gracias a ellas, mantendremos la sonrisa en más de una ocasión durante la lectura.

Dicha novela –y su continuación-, cuenta con numerosas versiones, diferentes adaptaciones cinematográficas que no tienen desperdicio…
1904, tenemos la versión muda, bastante oscura pero realmente interesante. Un corto.
1915, otra que no tiene desperdicio. Cine mudo.
1931, primera adaptación con sonido. Con ella se celebran los 100 años del autor.
1933, a color, esta no está nada mal.
1949, en esta se mezclan seres humanos y marionetas. Un poco cutre, pero tiene su encanto.
1951, mi adorado Disney. Versión que es de sobra conocida.
1976, la versión argentina. Curiosa.
1981, adaptación rusa en animación. Tuvo la secuela, basada en la del libro, al año siguiente.
1988, una versión checa que comienza con una Alicia internada en un psiquiátrico.
1988, una versión australiana de animación. Mala es poco.
2010, la versión de Tim Burton, donde vemos cómo Alicia regresa diez años después.

Y añadir unas cuantas adaptaciones a la pequeña pantalla –un poco mediocres- e incluso una serie de animación japonesa de los 80.

Así, para terminar, no puedo más que recomendar esta pequeña obra de arte, imprescindible para todos.
Y si no, ¡que les corten la cabeza!

Frase:
Gato Cheshire: Aquí todo el mundo está loco. Yo estoy loco. Tú estás loca.
Alicia: ¿Cómo sabes que estoy loca?
Gato Cheshire: Debes de estarlo, de otro modo no habrías venido aquí.


sábado, 10 de marzo de 2012

Princesas

Título: Princesas (olvidadas o desconocidas…)
Autor: Rébecca Dautremer
Título original: Princesses oubliées ou inconnues
Editorial: Edelvives, 2011
Encuadernación: Tapa dura
ISBN: 9788426367013
Páginas: 112







Es el segundo libro que leo de esta autora y llegó a mis manos de la misma forma que el primero (Enamorados): por casualidad. Esta vez lo compré como regalo de Navidad y no pude resistir la tentación de leerlo.

En él, hay cabida para todo tipo de princesas, como el propio título indica, olvidadas o desconocidas. De hecho Dautremer consigue sorprendernos con algún que otro parentesco bastante curioso, nombrando a unas cuantas archiconocidas por todos, de las de toda la vida.

Por nombrar alguna, elijo la que nos muestra la portada del libro, que recibe el nombre de Tremenduskah; es una princesa temida por todos, de la que se dice que:
“Allá por donde pasa la princesa Tremenduskah no vuelve a crecer la hierba”

Pero no sólo trata sobre ellas… también nos enseñan sus medios de transporte, los lugares donde podemos encontrarlas, sus objetos personales; todo acompañado de curiosas frases y deliciosas ilustraciones, en las que predominan sobretodo los colores cálidos.



Recomendado para, como mínimo, echarle un vistazo.

Frase: Enfadarse es empujar una pared que no se moverá nunca

martes, 6 de marzo de 2012

Cada noche los lobos

Título: Cada noche los lobos
Autor: Lola B. Gallardo
Editorial: Traspiés, 2010
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788493788803
Páginas: 155


Este es uno de los libros que gané en un concurso -5 en 1, de mano de la Ed. Traspiés- en el blog de Carmen (carmenyamigos.blogspot.com).

Se trata de un libro de relatos, quince para ser más concreta, de temática de lo más variada. La verdad es que me han gustado mucho todos, y eso que no soy muy de leer relatos, salvo en contadas ocasiones. Se lee bastante rápido, ya que la forma de escribir de la autora es clara y concisa, sin enrollarse en exceso –al ser cuentos bastante breves, es de suponer que no va a haber descripciones larguísimas jejej-, sin embargo se perfilan bastante bien en cada uno de ellos tanto los personajes como los sentimientos de los mismos.

La edición me parece bastante mona, sencillita y cómoda; perfecta para llevar en el bolso.

Dejo por aquí los títulos de los que más me han gustado, aunque no cuente apenas nada sobre ellos para desvelar lo menos posible (para eso, ¡a leérselo!):

-Naranjas amargas. Duro, frío y cruel.
-¿Vendrá Ud. mañana?. Relato muy original, en forma de diálogo, con un giro final muy bueno.
-Cada noche los lobos. Una curiosa visión del archiconocido cuento, que da título al conjunto.
-Cerdos. Este me dio mucha pena…
-Caprichos. Buenísima la frase final, me hizo sonreír (con ironía, todo hay que decirlo).

En general, una lectura muy interesante de esta autora catalana –con la que espero repetir-, que despierta en el lector diferentes sensaciones, cosa que es de agradecer.
Sin más, lo recomiendo, me ha encantado.

Frase: No cruces nunca el bosque. Los lobos no son buenos. Se comen la ilusión de las niñas… No son buenos.